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Mostrando entradas de marzo, 2015

Aquí en otoño

el verano se fue y la corteza  de la tierra de este lado se prepara para la fiesta de la incubación de hojas y gusanos  alquimia que dará alegría en los  meses de calor. Todo cae en ese lecho de hojas secas y todo se mezclará en un sonido  mitótico. La muerte no existe entonces estoy segura. Es  abrupta falta sin aviso una extrañeza y llorar a destiempo  porque llega lenta al corazón  lento pulso que anoticia  lento pulso  despedida.

El sueño poliéster

mar poliéster  Molar de herbívoro en llanura iluminada tenue por el ojo tan blanco y calmo -allá todo es silencio también. Cómo será la caricia de quien está tan allá de mí tan cerca del oído apenas trabajando apenas por el lomo del mundo jorobado un mundo jodido lleno de lunares lleno de cromosomas doblados lleno un mundo cubierto de poliéster tan blanco y sedante lluvia ácida o lluvia dulce dormir es viajar.

Abundancia

en ésa época no había abundancia. La verdadera: vivir. Cada mañana salir a la estepa a palear yeso. Y cada noche arrebujarse entre todos para hacer calor. Casi cien años después la tragedia se convierte en anécdota. Como para las moscas un rocío gaseoso la muerte y la higiene. Ahora: la pregunta fundamental sigue zumbando como las moscas ¿Para qué? vamos a comprar sweteres me dice. Quiere uno rojo y otro rayado blanco y negro. Descarta los del año pasado. Pienso en Esther que tuvo que destejer uno rojo para hacer un pedido y comprar leche. Ya estoy vieja. Sin haberlo vivido pienso en la guerra. Será porque además estoy asustada nada de lo horrible cesa de repetirnos en la cara: somos mosquitas. Un viento nos sacude en la tempestad y digo: ¿para qué?. Todavía te falta mucho me dice ella. Voy a tener novio, casarme y tener hijos. Mirá todo lo que te falta. Y cierro los ojos fuertemente. La abrazo fuertemente. Un abrazo corion. Un abrazo interno. De adentro hacia

Estación feliz

envuelta en un corion de trapo se siente a salvo. Una vuelta solar ha dado  el pino y las hojas de árboles  caducos se liberan a lo que será transformación.  El suelo del mundo acopla restos en un collage mórbido. Hará vida de lo que no lo tiene más. Es así. Una niña escuálida conoció la sopa de col en Siberia. Unos niños palestinos sin brazos ni piernas conocerán la discapacidad. El amor que es un perro hambriento buscará calor entre las hojas del bosque y la humanidad  toda seguirá organizando fiestas y encuentros.  Es así. Y está bien. 

Fríos

Mirar es leer. Acaso nos hemos quedado sin texto que tenemos que fabricar idioma de la fibra líquida. Muda no es sorda pero está así, errando en un mar de signos que no enlaza. No hablar es lo más indicado en estos casos y dejar que abreve en la esquina, la más transitada el licor del silencio que toman quienes tienen frío de infancia.

Hielo perfecto

Un silencio aparece detrás del turbio pensar.  ¿Cuantas mujeres han muerto esta semana y por qué? La pregunta más cabal sería para qué. Todo es cosa de libretos. Todo muy teatral:  Yo te amo y me pertenecés.  O me pertenecés a secas. Pero vamos si el afecto es la moneda más estafadora de todas. El amor enchastra la vida de todos en una ciénaga. Pero vamos, ¿Y la ternura? Eso que sentimos frente a un niño  o mascota.  Un escalador se fue por la montaña más fría a buscar hielo perfecto porque el hielo perfecto encapsula los primeros latidos. Serán acaso los primeros hombres y mujeres viviendo en ligadura con la tierra ¿Habrá sido cierto lo del paraíso?

Estratos

caen y se acomodan en estratos por peso. Y entonces se lee una historia de abajo hacia arriba. La economía no se lee  dijo alguien una vez. Se inventa a partir de huesos y carbón.  El amor tampoco se lee, se evoca  por calor y frío. Por algún nombre sordo. Algo  parecido a la economía de caza y recolección. Épocas  buenas o épocas malas. El engorde del alma entonces sería un sedimento de caza.  La llanura está en calma. El espacio habla contundente. 

El arte de narrar

Lo que ocurrió es difícil de narrar. Porque de verdad nada ocurrió para ser narrado. Luego aparece la necesidad de comunicar cosas vinculadas al  tiempo y espacio. Y le agregamos materia a la pintura. Un gran pastiche que apenas se sostiene adherido al soporte. Pero como la consistencia del relato debe conservar ligadura, se van adicionando detalles: hacía calor. Como nunca. Y entonces. La palabra ha perdido crédito. Se evapora.

Deriva

se da vuelta y ve. Una golondrina en su habitación. Una que no hace verano, piensa mientras decide facilitar su salida por la puerta grande- Se evapora como la nube en la 9 de julio mientras espera el micro con 46 grados en el asfalto. La falla de San Andrés estará friccionando y una virulenta pasión saldará su  deuda Pleistocénica. Las fallas y las deudas son tan viejas que erosionan cualquier emprendimiento hace pensar que nada nuevo será posible bajo este sol. Sale. Al mar. Sopa proteica si las hay que le sacarían el hambre a la humanidad. Pero nadie pone los platos hondos. Se hunde en un nado vertical hasta el limo donde los peces planos duermen sinceros. La mentira no existe en lo profundo del mar. Es hueso, cartílago, fibra de miorcardio. En lo profundo del mar aparece el tic tac del órgano y la tierra es una pelota untada para el desplazamiento. La falla de San Andres puja y una parte del territorio quedará a la deriva

Rezo acuático

se despierta como una pupa a punto de pulsar. Un par de brotes mal hechos podrían ser alas. Pero la naturaleza de gasterópodo lo limita al barro. Y por más que se vea la luna en su esplendor nunca llegará más que a imaginar un semblante. Oculta, entre las olas supone que existe. Algo parecido a Dios o una gota de ámbar  englobando algo parecido a la perfección. Líbrarme del caos. Líbrame del amor. Pero líbrame por favor de la repetición.