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Mostrando entradas de abril, 2015

Cuestión de forma

 despierta entre cielo y tierra como vos que seguro estarás pensando despierto entre cielo y tierra donde todo se transforma en resto y del resto, el acontecimiento:: sobreviví. Para estar del otro lado capturando oxígeno mientras el abono presta material a la carne nueva que poblará el mundo. Oh el mundo tan mal redondeado desde allá seguro es una mota de polvo lleno de hormigas. Enhebremos pequeñas acciones. A la épica hay que tomarla como un remedio para vencer la propia descomposición. Vamos. Para éso está la sintaxis. Busquémosle la forma elegante a tamaño disparate Había una vez y así seguirá. Mientras hable.

Del otro lado

hoy recordé cuando se cerró una caja de madera y el ahogo de los que quedaron afuera. La taza blanca de losa y la mano con cuchara. No hay mucho que diferencie a un viejo de un bebé. Sobre todo porque los dos pueden morir.

Lo secreto

contarlo aporta la contundencia de lo real.  Lo que se desconoce  entonces no es lo que no fue visto, sino lo que no fue dicho. Deja en estado de  precariedad a quien habiéndolo vivido, no cuenta con testigos que transformen la experiencia en eso que se llama Verdad.  Pero hay acontecimientos que vividos en lo íntimo preverbal no puede ser expresado claramente en palabras. Entonces el cuerpo actúa una y otra vez el episodio de la soledad absoluta. El dolor dolorido. La vida extrema. El extremo a ambos lados del no lugar. Entre dos paredes. Entre el marco y la puerta. En el intersticio de la célula.  Rodeando está el agujero.

Afecto raro

un edificio crece. Lo veo crecer desde que nació un grupo de hombres lo ha alimentado como al animal perezoso que es. Un animal con diez huecos negros que en unos meses ofrecerá el espectáculo de la vida humana de cada día. Tal vez me llegue a encariñar con esas siluetas. Algo me sucede: poner cariño en acontecimientos lejanos y anónimos. Afecto calienta estrellas ya muertas. Las fotos  de gente muerta. La letra titilante de gente muerta. Los papeles volados por el temporal. Es raro el proceso del afecto. Amamos a quienes nos dañarían o dañamos a quienes nos aman. La razón está oculta.Es muy poco lo que se sabe. Acaso sabemos por qué las palabras duelen. Generan realidades. Nos creemos la película de terror. Nos creemos los cuentos de amor. Contamos cuentos que creemos. Circulan irrefrenables como células y producen calidez o frío de muerte. Contarlo es vivir.
quiero construir un objeto liviano  que vuele, dice el ingeniero mirando las nubes. Las nubes edificios. Las nubes anillos del cielo donde cantan los ángeles y los muertos bendecidos. El cielo católico es el que me ha dejado una marca supongo que todos iremos a volar allá. Seguramente pensaré en éso antes de apagarme. Porque lo que se aprende sin querer como la lengua materna es lo que formatea la experiencia.  No sé nada de la muerte. Será suspensión. Será salir de párrafo.  O acaso la interrupción de una película del grupo Dogma. La vida por ahora es continua. Densa. Reptante. Y me está hablando en lengua extranjera. 

Suspendida

cuando llueve me despierto, abro los ojos en la oscuridad y despierta extiendo la piel hasta las flores y los árboles del parque. Está lleno de hojas y perros que retozan recordando lo que les queda de lobo. Pienso o recuerdo entonces lo que me resta a mí de aquello suspendido. Habrá muchas frutas caídas y setas de la noche a la mañana huelo el bosque en la sangre que me despierta más intensa qué hacés entre paredes qué hacés vestida qué hacés.

Un engaño perfecto

llegar al centro de la escena y todo se diluye. Cuenta hasta  diez y vuelve sobre sus pasos a tomar carrera. Fuera está  del miedo. No termina de aclarar a qué. Está más preparada para  inventar criaturas en el oleaje, así de movida está la cosa cerca de su casa, que un mar  se le acerca y lame los pies al  borde de la cama. El sitio más  búnker del mundo, decía.  Envuelta en fragancia de un monte que le contara la vieja vendedora de yuyos está todo, sólo hay que saber buscar.  La botánica es amante compañera. Como la pecera engaña a los peces del acuario, la tierra de maceta engaña al árbol minimal.  Se puede crecer igual en la terraza. En el agua pesada de la curtiembre,  los renacuajos no se olvidan su destino de ranas. 

La conquista del asfalto

allí, en el sitio donde se curva el agua el aire funda  una ciudad de experiencia infinita. Inefable, es la estancia en ése sitio donde la luz honra la profundidad. Los peces de agua fría son ciegos pero espabilan por un momento su falta de visión. Luz, aire y hondo placer: volvemos al origen. El origen de qué no se sabrá jamás. Por ahí: de la necesidad. Las letras son  sonidos fugados del sitio donde se curva el agua. O dones a la tierra: caminarás hablando o el hablar será tu dolor. Porque pensar será un continuo trabajo un incesante trabajo. Será así la conquista del asfalto

En el espejo empañado

Cada vez que intento conectar con algo grato extiendo el pensamiento al sitio donde se curva el agua. Y considero seriamente de gran importancia dirigirme naturalmente a ese sitio para hablar conmigo un rato en calma.

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo

hay una persona que en este momento está esperando la  muerte. La espera como a una amiga benévola. Ya no más dolor. Ya no más. Nada. Impensable en nuestra vida de gente amarrada a las cosas que alguien anuncie y espere morir contándonos a todos de qué se trata día a día el desapego: no verá crecer a a su hijo, no sentirá más esa mano que escribe, sabe que en una semana o dos será un montón de huesos y carne desapareciendo. No hay filosofía sagrada que dé cuenta de la desaparición del que escribe. Y no hay quien lo describa mejor. Pienso en éso y digo: ser conciente es lo más cruel que nos ha tocado. Si esta especie es la más destructiva del planeta también es la que paga el costo más alto. Entre tanto quien piensa en todo esto no resiste la plenitud imaginaria de no saber qué pasará mañana. Es la representante más idiota de la especie. Víctima de miedo innecesario frente a amenazas inexistentes. Es así la vida hasta que la realidad te cachetea fiero. Es así.

Pret a porter

                                                                                a María Marie nadie tiene representación de su propio final. Pero todos los días vemos como termina otro. Y como termina el día como termina la estación y como cae el deseo como un viejo traje que evaporado nos deja desnudos en la calle a la vista de todos El vestido es transparente no cubre la sensación de estar demasiado vivo. Y se convierte en sudario pret a porter. Vamos de sitio en sitio, saltamontes picoteando un poco de felicidad que se resume en calma a la noche cuando la luna simplemente aparece.

Calle de mar

una calle angosta de asfalto es la me lleva de a poco a la gran avenida de la que ya hablé pero esta vez aparecerán muchos pájaros marinos. Es así como se vive en urbanidad. El mar en este momento eriza su lomo como el animal embarazado de mundo que es. Lo llevo en cada molécula mía. En el oído medio. En el corazón. Es lo que me acuna las noches de soledad. El mar es mi gran madre. Es todo. Allí están mis verdaderos gajos de vida. Y allí descansaré después de correr sobre adoquines y horribles lugares sin luz. Y a la noche todas las noches recurro viajando al interior del hueso donde escondo la médula verdadera del mundo.

Imaginaria

quien nació en un llano  buscará el horizonte por tropismo como la plantita dentro del ropero a oscuras o en un ambiente poco iluminado o dejada de la mano del dueño poco aficionado a la jardinería. El horizonte es un tajo en el aire tal vez una puerta cerrada mirada de reojo esa puerta que quisiste atravesar  Son números desordenados tal vez como un fotograma de grano grueso que jacta su propia ficción todo es imagen apenas un segundo  de luz entre el ojo y la circunstancia y el objeto que apenas pudo mediar la situación. El horizonte es un tajo sutil y bailan al sol quienes atraviesan  la puerta que ya es umbral no me pregunten hacia donde, es una proyección de quien sentada mira entre edificios  una línea imaginaria.

la materia de los sueños

s ueño que las cosas se agrandan  y se achican como si hiciera zoom todo  el tiempo. Y si no sueño con éso, aparece como una sensación , me cuenta entre mate y almohadas abolladas. Me pregunto si el sueño no será la poesía más acabada de aquello que hemos vivido sin lenguaje. Acaso cuando uno es niño el mundo no se le va encima como si fueran monstruos o se achica abruptamente en los brazos de alguien adulto. ¿No será la memoria del mundo sin lenguaje lo que se intenta codificar toda la vida, después?