llevamos en los hombros el peso de los días y me parto de risa porque descreo de esa misa: el lechoncito es cremado en una cruel festichola -para ver pasar el año es necesario un sacrificio. (se necesitará distancia instrumental para hincar el diente luego de haber leído la novela de kitty Fitzgerald) Parece que los seres todos son tan perfectos en su singularidad que la total pérdida de la inocencia humana fue en ocasión de caza y desposte. Las plantas no pueden, por ahora expresarnos el dolor y entonces somos corazones que no ven con los ojos: no sienten. Así paso los días devorando animales consciente plena de mi propia criminalidad. Feliz será quien pueda perdonarse un poco. Con el rostro de kathy y el pedido de justicia no será sencillo.