El Peso del mundo es un libro de Peter Handke que me cautivó hará unos diez años. Ahora, simplemente no lo puedo levantar ni para sacarle el polvo. El peso de mi mundo me agobia lo suficiente como para pasearme por los infiernos ajenos. Pero no me privo de la crudeza de Sofi Oksanen de Purga o Cuando las palomas cayeron del cielo. En verdad tomo prestado el sintagma de H para pensar en el Peso. No tiene nada que ver el Cansancio pensado también por Peter, sino del uso discrecional del lenguaje. Entonces, a medida que crezco y a mi edad sería conveniente decir, decrezco, voy sintiendo el peso no ya del mundo sino de las palabras. Y las frases que me sacan del sueño: bla bla bla. Ante eso no queda otra que hacer una especie de batucada mental para desalojar la idea que desaparece como una culebra ante el avance de los tambores.
Esos tambores son de guerra. Una guerra interna con el lenguaje. Uno se ha predicho poco amablemente desde que escuchara los designios familiares. "Uno tiene hijos para que le den satisfacciones" se decía en aquella época. Ahora se los tiene, si se suspende el juicio, porque sí. Y punto. Hijos son los de ahora. Aquellos que deciden si se ponen la camperita o no se la ponen. Porque está demostrado que los niños nunca tienen frío y ellos lo afirman convincentes. Y deciden sobre menúes, fiestas, estados de ánimo, películas, novios de la madre o padre. Tener hijos es una expresión que se ajusta poco al uso y la costumbre. Uno no tiene hijos. Uno vive con los hijos que supo engendrar en un acto impensado. En general se los engendra con quien seguramente no se convivirá. Y a quien, luego de una guerra criógena , se saludará con la distancia de un buen vecino.
Pasado el ciclo vital. El único peso (in)soportable es el de la Memoria. Olvidar es la tarea para no pendular entre recuerdos prestados. Tan prestados como los ideales de toda una generación. Porque quien ha criado a un Ser Humano sabe como se genera éso llamado recuerdo. Los Recuerdos no son simples sedimentos. Son construcciones que al contrario del agua, tienen olor, sabor y gradiente anímico. Son cápsulas temporales. En un mismo día puedo estar viviendo en tres tiempos distintos. La pregunta: ¿cómo aguanta el cuerpo? Qué psiquismo tolera. Desde Platón a esta parte se toma prestado el sentido del humor. Tragedia más paso del tiempo igual a Comedia Teoría de la Superioridad que le dicen.
Recordar es sencillo. Lo difícil es olvidar.
Pero reirse de todo es supervivencia.
Comentarios
Depende como se miran y como los traemos para que nos modifiquen el presente. También depende de nosotros modificar lo que nos hacen sentir si nos corremos del lugar en el que nos ponemos cuando ellos afloran. Cada uno abre o cierra las puertas de lo que le hace mal.