hace tres días empezó el invierno. El frío se hace agudo . Es una piña de larga duración en la cara de la gente que no tiene abrigo. En el trabajo social existe una medida que se llama de Abrigo. Está relacionada con la infancia. Se aplica cuando un niño queda abandonado y el estado toma una medida de protección . El abrigo supone la derivación del chico a una institución de menores. Una medida de abrigo que es bastante hostil puesto que las instituciones están llenas de niños con diferentes historias de abandono y maltrato. Hijos de madres y padres que han sido niños maltratados y abandonados. Muchos de ellos violados. Uno tiende a generalizar con la palabra maltrato pero un golpe no es lo mismo que una violación. Algunos niños no saben que han sido violados pero tienen sensaciones de opresión , asfixia, estiramientos propios de sesiones de tortura. La falta de sostén o de abrazo, la exposición al silencio prolongado han producido experiencias de muerte que permanecen como experiencia enigmática. No soporto despertar en silencio por ejemplo es una afirmación de quienes han pasado por estas deprivaciones.
El frío endurece, curte, le pone brillo a la materia. El agua se detiene y torna quebradiza. Las gotas de agua no llegan a romperse en el suelo. Son lágrimas de pino como le dicen el sur. El viento levanta la cresta del lago y también se hiela conservando el limo sin caer, el pelo del puma o la pluma del pato salvaje. La tierra se embaraza de las semillas y bulbos. Es algo que fascina a cualquier observador de los ciclos de la naturaleza. Lo visible se vuelve invisible salvo por sus efectos. Como casi todo en la vida.
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