se da vuelta y ve. Una golondrina en su habitación. Una que no hace verano, piensa mientras decide facilitar su salida por la puerta grande- Se evapora como la nube en la 9 de julio mientras espera el micro con 46 grados en el asfalto. La falla de San Andrés estará friccionando y una virulenta pasión saldará su deuda Pleistocénica. Las fallas y las deudas son tan viejas que erosionan cualquier emprendimiento hace pensar que nada nuevo será posible bajo este sol. Sale. Al mar. Sopa proteica si las hay que le sacarían el hambre a la humanidad. Pero nadie pone los platos hondos. Se hunde en un nado vertical hasta el limo donde los peces planos duermen sinceros. La mentira no existe en lo profundo del mar. Es hueso, cartílago, fibra de miorcardio. En lo profundo del mar aparece el tic tac del órgano y la tierra es una pelota untada para el desplazamiento. La falla de San Andres puja y una parte del territorio quedará a la deriva