El piso expresaba mi inestabilidad como si fuera una gran cinta de Moebius. Y en cualquier bucle me lo podía encontrar y con él mis sentimientos desconcertados. A esa edad el sentimiento iba más allá y más adentro de lo soportable. La realidad era un espejo roto en miles de fragmentos. La cuestión era elegir el fragmento adecuado para capturar un poco de uno y montarse en un caballo sutil que se mueva como si no pasara nada. Pienso en la palabra sentimientos: sentir mientos. Sentir con intensidad y construir mentiras para soportarlo. Y por lo tanto creer que se siente esto o aquello por esas mentiras que han sido construidas ad hoc. La gran mentira es que esa fuerza tiene que estar destinada a alguien. De eso se han ocupado las viejas narraciones que nos llegan como mensajeras de la historia. Hay que amar para estar completa, pareciera. Hay que tener un hijo para estar completa, luego. Según como se han vivido esas mentiras uno podrá reír o no...