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La magia de Habermas

Corre la cortina. No hay nada.
Es el rudo caer del agua por las cañerías
y las bolsas de aire que se forman.
Un edificio es un milagro de convivencia. 
Tanta gente ignota en pisos minúsculos 
compartiendo una propiedad horizontal.
Desde en frente se obtiene un panorama completo.
La vieja senil sola todavía se acuerda de apagar el gas.
El matrimonio de añares:  el hombre sobra y lo encuentro buscando
sosiego en el palier. Cuando trocaron  la casa por el departamento
no consideraron que el Domos es territorio de la fémina
insufrible y grosera que descuenta sus días como sus canas 
con peróxido de hidrógeno.
Y el resto:  familias monoparentales instaurando leyes
en la puerta de la heladera cada tres días para que el engranaje 
funcione.- Habermas sigue funcionando también.

Visto desde en frente un edificio tiene la magia de todo
lo visto de lejos. Nadie sabe cómo, pero funciona. 
De madrugada ve el árbol Pata de vaca que florece de blanco 
en pleno otoño y mira con gusto los rayos de la tormenta  eléctrica
sos una mujer eléctrica le dijo. Cuidate que te consumís como un pabilo
cuidate sobre todo de las tormentas internas, los gusanos hipnagógicos,
de las arañas y las moscas que llegan a cualquier altura y siempre molestan.

En este país no serán las cucarachas sino las moscas las que nos sobrevivirán.

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