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1965

son tantas cosas que tengo para contar que se me apedrea la garganta. ¿ No has sentido la garganta llena de perdigones? Es aquello que se usa para matar pichones. Ya no tengo miedo pero tengo miedo . Me muerdo los dedos con tanta saña como si quisiera comerme y aparecer de otra manera como carne picada buen plato de los dioses? Un gran pastel de papá. He leido como se vivía en los Gulags y creo que vengo del mismo sufrimiento.

Mañana es el dìa internacional de las mujeres. Parecemos una especie exótica de Museo de Historia Natural. He nacido con genitales xx y me han vestido de rosa . Pero lo grave no es cómo he sido vestida, sino la falta de convicción para decir: aquí estoy en el mundo. Supongo no ser la ùnica. Nacida y  criada en dictaduras el miedo  ha sido sopa de todos los almuerzos. El abuso silenciado y las carnes explotando frente a la mirada de animales en celo. El miedo entonces ha sido quien me ha parido a la vida social. El descubrimiento de la miseria humana me trajo muchos dolores. Casi como descubrir que la tierra no es el centro  del universo: el hombre no es bueno por naturaleza. Cuando digo hombre digo: hombres. Esos que fueron vestidos de celeste ,jugaron con autitos y devinieron poseedores de minas. Era muy común en los 70 hablar de -"mujeres de la vida" como aquellas que se van con "los hombres"  Quienes eran "los hombres" aquellos que una vez abierta la puerta de la casa, usaban patines de crochet  de la "señora"

Nunca quise ser señora. Tampoco chica. Tampoco mina. He transitado por los bordes de la identidad en soledad. Muchas veces les he parecido una animal. Bueno. Miro a nuestras hijas y ellas hablan con seriedad de si mismas. Aún muriendo con la muerte de alguna de sus compañeras de generación  se apagarán un rato pero siguen silbando en la oscuridad. Y viven. Cuando dicen que damos vida, tienen razón: nos mantenemos con vida. Vivas nos queremos.

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