Pareciera que después de los treinta años de educación formal incluyendo postgrados y cursos de bricolajes, vienen los gimnasios, las plazas, las academias de yoga . Ikevana, costura fácil para dedos de salchicha, pintura decorativa, lo que sea para ordenar los días de adulta soltería. Me niego y reniego de la nueva escolástica. Pero, tampoco es fácil sustraerse porque la amenaza de una decadencia sin freno es más eficaz que la amenaza de hpv por sexo desenfrenado. Si no ordenás tu día con las cuatro comidas, y dos o tres actividades que te saquen de la cama morirás de inercia y serás comida por las cucarachas que se deleitan con los desechos urbanos. Seré acaso un desecho urbano más si no camino como una idiota dando vueltas y vueltas por la plaza . Ya lo hice y qué pasó? Nada. Estoy pensando que sólo fui una idiota que gasté zapatillas en el parque para huir de la incomodidad de mi casa de concubina.
Ahora, que estoy sola y que nadie juzga mis rutinas no puedo dejar de pensar que no está bien que mis días sean una cinta de equipaje de películas, comida, alcohol, te, mate, kefir, películas, comida y luego el trabajo. Pero tampoco es tanto porque el trabajo me gusta así que no soy suficientemente castigada por este estilo de vida tan cómodamente decadente. Porque lo que es verdad es decaeré. Caeré y caeré hasta yacer definitivamente. Quiero que pongan en mi florero si acaso lo hubiere: "no le gustaban los gimnasios Está en su estado natural revuelta y con dudas respecto de la identidad de estas cenizas"
Comentarios