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Roca madre en El Perdido

soñé que me llevabas de la mano
por ahí me estarías enseñando a caminar.
Pararse en dos pies y sostener el peso
es cosa que le ha llevado millones de años
entender a la humanidad.

En privado me tomé de una
mano más grande que me llevaba y sostenía.
Una vez que se aprende no se olvida
como lavar los platos o andar en bicicleta
los chicos aprenden otras cosas
sobre todo pasan una temporada
matando pájaros con gomera
o aire comprimido
Qué locura que tienen por la caza,
un relicto del arcaico cazador.
Luego hieren, por herir.

El cuerpo de una mujer es gigante
hay que saber entrar y salir
cosa que a los hombres obsesiona:
entrar y salir.
A toda la humanidad nos lleva tiempo
entender cuestiones elementales
de supervivencia.
Si el cuerpo de la primera mujer
hubiera sido frío y duro como una piedra
nada pero nada de lo relatado tan puerilmente
en los manuales hubiera ocurrido.
Siempre hay un gesto humano frente a lo humano.
Compartir una papa podrida como contaban los abuelos o
meterse en un barco a los doce años y hacerse hombre en El Perdido,
así se entiende la compulsión por la caza.
Proveer había que proveer y sostener
a la mujercita con la cría.
Un niño en El Perdido se hacía hombre junto a una niña
en El Perdido. Una familia en El Perdido
originó el sueño de anoche.


Unas letras enhebradas en el aire dan
un poco de calma como las canciones.
¿Quién se habrá dado cuenta del poder
hipnótico de las nanas? Habrá sido un hallazgo
en el viento golpeando y enredando árboles
en lo más negro del bosque.

El cuerpo de alguien más grande conserva
conocimiento de como engañar al miedo.
Tiene que ser así.


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