algunos textos dejan un tremendo
ardor en los ojos. Se quedan ahí.
Siempre temí que mis ojos quedaran
atrapados en la red de un gran texto
y cada vez que abro un libro deseado
como un vestido, el autor me arranca los ojos como
una maldición. No gozarás sin pagar
un precio. Después ando ciega y me llevo
por delante las cosas diarias. Pierdo el tiempo
y el tiempo me arranca los órganos también.
Les digo: lean pero con cuidado. Porque dejarás
de ser dueño de tus actos.
ardor en los ojos. Se quedan ahí.
Siempre temí que mis ojos quedaran
atrapados en la red de un gran texto
y cada vez que abro un libro deseado
como un vestido, el autor me arranca los ojos como
una maldición. No gozarás sin pagar
un precio. Después ando ciega y me llevo
por delante las cosas diarias. Pierdo el tiempo
y el tiempo me arranca los órganos también.
Les digo: lean pero con cuidado. Porque dejarás
de ser dueño de tus actos.
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