La recolección de combustible
es cara a la imaginación.
Hay que poner la cabeza
a suspender el pensamiento
hacia los extremos.
Y enlazar trazos hendidos
en superficies, ya sabemos,
poco amigas de la trascendencia.
Qué importancia podría tener
sino para quien, superado el momento
de borrarlo todo
reescribirá en palotes
el minuto cero
de la noche
más oscura
en que los genes
se mezclaron
en única combinatoria
y poner el nombre
que no haría justicia,
el nombre
a ése ser
destinado
a fabricar
su sentido
natural
de las cosas.
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