las plazas de La Plata
son anchas. Hay una que tiene
una araucaria invertida.
Quiere decir tanto que se
quedó muda.
Respiro lenta y rodeo la plaza. Son seis
cuadras de veredas desparejas. Casas
bajas. Chicos volviendo de la escuela
con el olor de las mochilas y chicles
con ganas de largar todo para jugar.
Pero la luz que se alarga para otro lado
El aire se pone denso, como si trajera
el soplo de una ballena austral.
Pero en qué piensa. Si está acá y lo otro
del otro lado sabe que está, sí, claro
como siempre. Todo funciona
bien. Seis cuadras: parque San Martín.
Arbol quebrado. Perros en jauría debajo de las hojas.
Saben generar calor . Los pinos y Ginkgos
me respiran en la nuca. Voy apurada.
Quiero llegar.
A mi casa.
son anchas. Hay una que tiene
una araucaria invertida.
Quiere decir tanto que se
quedó muda.
Respiro lenta y rodeo la plaza. Son seis
cuadras de veredas desparejas. Casas
bajas. Chicos volviendo de la escuela
con el olor de las mochilas y chicles
con ganas de largar todo para jugar.
Pero la luz que se alarga para otro lado
El aire se pone denso, como si trajera
el soplo de una ballena austral.
Pero en qué piensa. Si está acá y lo otro
del otro lado sabe que está, sí, claro
como siempre. Todo funciona
bien. Seis cuadras: parque San Martín.
Arbol quebrado. Perros en jauría debajo de las hojas.
Saben generar calor . Los pinos y Ginkgos
me respiran en la nuca. Voy apurada.
Quiero llegar.
A mi casa.
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