Eran uno para el otro. Pero en el ir y venir o sea en el puente por ahí uno perdía pie y caía. Podía ser asfalto, agua revuelta, pasto. La caída dejaba alguna magulladura. Pero estaban entrenados en caídas. Cuando se cree en la gemelaridad de las almas se comete el peor equívoco. La metáfora se engulle la singularidad y pareciera que el amor que todo lo liga borra la diferenciación hasta para elegir el gusto de helado. Los puentes son para ser atravesados. No son buenos lugares para instalarse. Las emociones serían puentes. Nos conducen a sitios de alta densidad epidémica. Hasta se puede perder la piel, el rostro, hasta la buena forma en el espejo. Estos dos , en ese ir y venir descubrieron que existe un lugar en tierra firme con espacio suficiente para construir una casa de varios pisos. Sin lugares fijos pero estables, ni baúles pero placares amplios incluso para guardar algunos secretos. Qué sería de la vida íntima sin intimidad?. La casa en cuestión era un buen...