Hace una vida.
Eramos pequeñas y confiadas.
Creíamos en el futuro. Todo era posible.. Teníamos como
modelo a mujeres tostadas con zapolán y guardapolvos blancos. Las maestras se
reunían para hacer copias con Hectógrafo. Leíamos Selecciones con voracidad. Yo, toda la colección de amarilla y lo que cayera.No
había mucho para distraerse. Las lecturas eran un terreno fértil. Queríamos ser
grandes y por un rato nos escapábamos.
La soledad nos llevaba a
estar muy cerca de la locura. Yo me creía más grande y seguramente un poco
loca. Pero era un orgullo ser diferente. Hoy ser diferente no es ningún
privilegio.
Para qué creer
Si todo es mentira. Otra vez
evaluando si lo que se hizo estuvo a la altura de las expectativas proyectadas.
La mediana edad es el segmento absolutamente desechable de la curva. Conciencia de castración que le
llaman. Mirá que hacer del pene un organizador universal del psiquismo. Qué atrevimiento.
Me pregunto por qué ahora que soy grande y puedo responder las preguntas no hay
donde buscar respuestas.
La vida en las lagunas
siempre fue mi idea de la felicidad. Debe ser porque el paisaje sonoro de
infancia provenía de una zanja cercana a mi domicilio y en afán de embellecer
las cosas yo fantaseaba con prístinos cuerpos lacustres. En los lagos todo es
perfecto.Reminiscencias de paisajes glaciarios. Los magníficos
glaciares han cavado esos lechos desmesurados donde la nunca recostada en una piedra, imagina lo insondable. El agua
helada no facilita las cosas para los seres vivos. La quietud es la quietud de
lo inanimado.
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