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la envoltura ha quedado a un costado en un camino de ripio.
Esas piedras que rompen los parabrisas.
Había que presionar el puño para oponer una resistencia
interior al impacto liberado por la piedra.
Así llegaron a un sitio alto.
Se escuchaba el grupo Abba y soñaba que era
grande. Para hacer justicia, para pintarse los ojos
y ser veloz como un caballo de carrera por la vida.
Escuchó Coche rojo de Lauri Anderson y el tono la
llevó al poema: Si digo agua no beberé .
Como si al decir estás aquí, tampoco volverán ciertas afirmaciones
a generar confianza. La mano que acomodaba las mantas
con mucho peso en los pies ya no existe. Como tampoco
las palabras que hacen esa magia: es de noche y volaré entre la luna
y las estrellas.
Al costado del camino de ripio parábamos
por agua de deshielo. Dije agua y bebimos. Lo imposible
ocurrió. Tomar de la montaña. Como de una ubre gigante
aquella bondad del universo. Que brinda calor y calor.
Ya no ocurrirá ese milagro.
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