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Definir

producir momentos de buena calidad
es hacer magia de la buena. 
En el borde de un ciclo se presenta la urgencia
de definir. Seguir el contorno de la luna con el 
dedo. Es redonda o menguante. No importa. 
Tampoco la tocamos. Pero somos animalitos 
visuales. Nos equilibra cierta ilusión visual. Está 
allí. La puedo definir con la  punta de mis
dedos. El calor del otro es también una linda manera
de encontrar confortabilidad. Un impulso vital último 
puede ser enviar un mensaje amoroso. He pasado por 
aquí. Te he conocido. No lo suficiente. Tal vez como 
todos. Nadie en verdad llega al hueso de nadie. 
Pero la gestación deja una huella inmensa en las fibras
musculares del corazón y del útero. He alojado 
a un ser. Si de invención tiene algo la vida, es la vida
misma el reverso de una experiencia inefable.
Me han dado vida a mí del mismo modo.
Es un dato de la realidad. He nacido de otra persona
alguien que apenas conozco. Estamos casi en la misma 
etapa. Pero miro con extrañeza. Yo estoy en las puertas 
de la orfandad. No hay agua ni sangre por ahí. 
Ni reserva cognitiva de recuerdo. La edad de la 
áspera verdad de las cosas. La soledad. 
Tampoco será real ésto. Es definir lo que produce
vaciedad crítica.
La calma será cesar.

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