El cuerpo es la casa de Dios
me enseñaron. En verdad decían
Templo. Y yo, que apenas podía
ocupar un lugar en mi cuerpo pensé:
Dios debe estar incómodo en un cuerpo
de 10 años. La comunión es el cuerpo de Cristo
me enseñaron y cuando comulgaba trataba de no pensar
en el canibalismo. Las religiones dicen tantas cosas
tremendas y prometen a cambio de la Fe, la vida en un
mundo mejor. Muchos, las víctimas verdaderas
hacen un mal negocio: se inmolan.
Imagino el día después de una inmolación, en verdad
el minuto siguiente: un silencio atroz.
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