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sorda

El calor empieza a sopapear.. Lentamente nos vamos acercando al infiernillo donde las levaduras dan flores de zapallo. Todo está muy confundido. Como en la selva todo es ruido, viscoso y el pensamiento tarda en encontrar su sintaxis.
Cuando su abuela hacía los raviolones rellenos de seso con espinaca el placer era masticar la pasta al dente. Sólo ella sabía el punto justo. Los días de calor la gente se vuelve inapetente. Todos los sentidos se subordinan al visual. El invierno da ganas de envolverse en lana y comer como pupas. En primavera las mujeres se llenan de colores como , las plantas de flores para atraer a los polinizadores. La mujer de esta historia tiene calor que viene de adentro. De hace muchos años. Geodesia de los sentimientos. Si no desanuda lo que tiene que desanudar seguirá usando el machete a ultranza. Sería tan fácil hacer un llamado. El problema es que la abuela murió y  la hija está sorda. Cuenta con buena salud física. Alto rendimiento y buena capacidad pulmonar. Sigue siendo una buena administradora de su propio karma.
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Si no hay voluntad de utilizar buenos audífonos, la sordera es un muro infranqueable, . Digamos que es una decisión de vida. La más política de las decisiones de un cuerpo en retiro  afectivo voluntario.

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