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Canastita de óvulos y una cabeza en la picota (y la otra)

1

Todo pero todo lo que relacionado con ella la pone en la picota. La cabeza sobre una columna de madera con mucha leña para prender fuego. El fuego como el alcohol, mata todo.  Llevar la canastita de óvulos por toda la ciudad llena de peligros pone su cabeza en ese lugar sin tiempo en el que sus pensamientos bullen, se encienden, difuminan, mezclan con las nubes y si se diera un contexto de confianza, volverían a tierra en una lluvia salada a modo de lágrima-

2

Fue abandonada en un lugar sin lengua. Nadie le enseñó a hablar ni tampoco se dieron cuenta de que era sorda. Pero no boluda. Eso no. ¿Cómo entonces proyectar sus pensamientos en un afuera sin interlocutor? La madre tenía la cabeza en la picota y con razón. Sus razones tendría. Ella con sus dolores de crecimiento fue dejando que sus huesos ganaran calcio y se puso tan alta como la madre y más. La canastita de óvulos fue aprendiendo cómo debía cuidarse de no ser perturbada: mes a mes debía depositar un huevo sin madurar y perderlo. No fuera a hacerse un hijo fuera de época. Como ciertas frutas si están verdes son tóxicas. Se dedicó a aprender la lengua de los insectos e hizo objetos con los que iba dejando huellas. Así se liberó de la crudeza hostil de su desarrollo.

3

Su orfandad encontró nido en los objetos con los que se hizo famosa.
Una gran escultura de lana blandita como una cuna.

Canastitas

Garantizar  la trascendencia de una  canasta de óvulos es mandato de la especie. Una  cuidadora de  canastita de óvulos en crecimiento fue en su momento una diminuta canastita de óvulos en crecimiento garantizable. Así: la rueda de la vida.

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