vivo desde hace treinta años en una ciudad con la sensación cada vez mas clara de que no estoy viviendo de verdad. Estoy en un estado permanente de transición, pero anclada. Uno puede vivir en anclaje pero en tránsito, Esa gran foto familiar en la que estoy incluida en el centro y primera fila de nacimientos de tercera generación una vez rota la formación, me aplastó como una estampida de elefantes que uno ve llegar pero no puede correr porque sabe que es inútil, será aplastada. El peso de las palabras es así de contundente.