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de las rutas del pensar

Sabe de los circuitos del pensar. Es cosa de tomar un camino u otro. Pero hay caminos que se van para arriba como lianas en una selva y el pensamiento se queda atascado en una fruta jugosa, dulce y tentadora. Eso se llama estado de pensamiento estacionado. Es darse el gusto de saborear el gusto de la emoción que sea. El fracaso por ejemplo. A una edad mediana cuando se es joven para viejo y viejo para pensar en lo que voy a hacer cuando sea grande.  Alguna cuestión doméstica, como la inminencia de la leche hervida o el timbre inesperado o tal vez boletas por pagar, facilita la salida del estado soporífero y tomar el acceso rápido hacia la recuperación de una especie de pensamiento en estado fluido: pensamiento en estado plástico o líquido. Podría ser calificado como Instrumental.  La densidad puede variar de acuerdo a los corpúsculos y mayor o menor gradiente de recuerdos y/o emociones (siempre). Las ideas van y vienen por la ruta del optimismo: todo es posible si me lo propongo o bueno no es para tanto. O como lo resuelvo ya.
 Nada es para siempre, es la muletilla cuando algo peligra por desaparecer: puede ser amigo, amante, marido, familia, hijo, mascota; uno mismo podría ser el caso. Entonces el pensamiento entra en síncope. La cadena del sentido se detiene. Se aconseja entonces adoptar el efecto mantra: repetir cualquier cosa para recuperar lo que se ha dado en llamar eje, coincidente con nuestra columna vertebral. Será para darnos consistencia animal a pesar de tanta apelación espiritual. Todas esas rutas pueden recorrerse en un día de acuerdo a la maleabilidad del pensante. El cerebro pareciera estar entrenado para detenerse y reponer azúcar para las redes neuronales.
 Agotador.
 Buenas noches.
 Por suerte existe la ruta del sueño.
A volar (dopamina natural)

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