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En el nombre del gran oso

Parece que existe ese ojo mágico. Lectura digital. Lectura del corazón. Y el cerebro intestinal. Un cerebro emocional. Una memoria colocada. Una locación memoriosa. Un padre. Esas cosas dichas. Envueltas en cosas dichas nuevamente. En forma repetida. Año tras año. Como los olores que evocan sitios. Por el olfato  sitúa el lugar de los acontecimientos. Y otra vez. Había un padre que decía cosas. Esas cosas eran dichas sin sentido. Y al ser oídas, cargadas de sentido. Y los sentidos  despiertan nuevamente el oído a esas sentencias.
El bosque tiene frío. El río estará escarchado. Tal vez. Y los osos pardos duerman el sueño de los invernantes. Mejor sería decir los osos pardos hibernan. Pero les atribuyo el sueño. La máquina de imágenes. Ese sitio dorado de luces de colores más maravillosos. Esos colores de ilustración de los primeros libros infantiles. Que a uno lo ayudaron a volar cuando teníamos los pies hundidos en cemento. Esas imágenes de papel satinado donde el amarillo es amarillo y el rojo, fuego y el azul todo el cielo pleno.
Digo ese sitio productor de sueños que nos hace más lúcidos. Ese lugar melifico es el que imagino para esa familia de osos pardos en el bosque. En ese lugar es invierno. Como aquí. Amoroso invierno para abrazar y comer rico y picante.

En esta historia el padre dice cosas. Es quien clasifica el mundo en lo que se puede hacer y no se puede hacer. Una férrea tablilla moral (deleznable como la arcilla) pero de potencia generalizante, como las grandes iglesias donde se fundamenta  según palabras gestantes. Dichas en un tiempo mítico, por El Padre. Jamás interpelado.
En ese bosque helado el oso pardo digo que sueña. Duerme pacíficamente. El sueño de los justos. El sueño merecido. Aquel dulce sueño de los bebés con la panza llena y los pies calientes. Un sueño bebe. El bebé es un pequeño trozo de carne organizada. Con boca y ano. Y ojos pequeños y azules. Todos los ojos de los bebés son azules, sean de la especie que sean. Gatos, perros, peludos. Tu mismo hijo. Son vidriosos y azules. El bebé llora y demanda. La madre llora y demanda porque esa criatura que recién ha parido está buscando la manera de inventarse un manual de vuelo bajo las circunstancias de un post parto. Ese es otro tema.



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