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Homo loquens

Durante las primeras noches  tuvo una extraña  percepción: la soledad de los objetos. Y una pregunta: ¿al dormir los objetos dejan de existir? La sensación de que entre los objetos hubiera sólo aire le resultaba paralizante. Lo más cercano a la muerte. Una petit mort de las malas. Al otro día abre los ojos y el mundo es mundo.  Pero cuando el cuerpo se predispone al sueño y se torna inerme, el sistema  de alarma se enciende, y los pensamientos se deslizan por un  tobogán de ideas, que puede ser siniestro.  Logró dormir un poco. Pero una punzada de hambre la llevó a la cocina: una lamparita explotó. Ah  bueno por ahí de tanto pensar en apariciones me están dando señales. Bueno, respiró profundo. Se  empotró cuatro pedazos de torta con dulce de sauco y volvió a dormir con la panza llena como si hubiera tomado leche caliente. Bueno ok. Que los fantasmas me den vueltas. Es gente que ha muerto ....no creo que la naturaleza de la gente se defina por maldad por el sólo hecho de haber pasado  al  otro lado. (Sí, también muere mala gente pero para éso existe la ley de la refracción.)  La idea de la continuidad  de la cualidad  psíquica del muerto le salvó la noche que pasara como quitapenas de su abuela la primera noche como viuda.  A te rra da.  Tenía ocho años, asistió al velorio y sus padres no sopesaron  la desafortunada decisión de dejarla como dama de compañía. .Nunca más durmió tranquila en esa casa. Pero la idea de que el fantasma en cuestión seguía siendo su abuelo, la pacificó:  dejate de joder..... abuelo si me querés no te me aparezcas.  Fórmula que hizo extensiva a toda clase de entidades.  Homo loquens vale para vivos y muertos.  Al menos el abuelo tuvo el buen gusto de llamarse a silencio.

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